Al morir, nuestro cuerpo por lo general y como en la mayoría de las culturas va a la tierra, mar, aire, fuego (los 4 elementos) y al escuchar que venimos de la tierra, hablamos de todos los componentes de la tabla periódica que fueran necesarios para la formación del cuerpo humano (o cualquier forma de vida dentro de este planeta). En el mundo de la naturaleza todo es reciclable. En el mundo creado por el ser humano también, aunque parezca que hayan materiales no reciclables es todo un tema de tiempo por suerte. Toda materia prima la obtenemos de la Naturaleza y esta se desintegra en algún momento pero si cuando morimos nos reciclamos hacia ella, lo más lógico sea pensar que venimos de ella.
El ser humano está hecho de los elementos de la tabla periódica, elementos que se encuentran en nuestro planeta. La combinación de los mismos hace magia y da forma a la vida. Nuestro cuerpo contiene los elementos y los que escasean se pueden consumir y almacenar.
En el momento de la concepción, nuestro cuerpo empieza a liberar casi como en una fábrica todos y cada uno de los elementos necesarios por separado para ir formando el nuevo cuerpo. Son como pequeñas dosis de químicos en los tiempos que el desarrollo de la nueva vida lo necesite. Es igual a como se forma una imagen en una impresora de chorro de tinta, o como cuando seguimos la receta de una comida. Se dice que venimos de las estrellas, y eso es seguro pues nuestro planeta viene de ahí pero para quienes “nos vieran desde el espacio” sería lógico que pensaran que el ser humano fue creado o concebido con materia prima de la misma tierra (agua, aire, tierra, fuego y los elementos presentes en esta) y que al terminar su experiencia vuelva a ella. En 4543 millones de años de antigüedad, animales, vegetales, minerales y sociedades enteras se han desmaterializado y aportado sus partículas al planeta. ¿Se imaginan cuanto material genético y químico de distintas vidas es eso sobre la faz de la tierra? Seguro que vivimos impregnados de ese material inconscientemente. ·En torno a 3.000.000 de células mueren cada segundo en el organismo humano de manera natural. En su mayoría lo hacen por apoptosis, es decir, degradándose sin liberar su contenido al exterior celular a la espera de ser comidas por células vecinas o por células especializadas como los macrófagos…” (https://www.tendencias21.net/Las-celulas-no-mueren-del-todo_a16207.html) Este artículo habla de las células que nutren a sus semejantes después de “muertas”. No hay un cementerio de células que se depositan o aíslan del resto porque la “desmaterialización” es necesaria para las nuevas vidas o para las ya existentes. Sería lógico pensar entonces que cuando entregamos nuestro cuerpo a la tierra, también lo hacemos en función de la nutrición de otras formas de vida en el planeta. El planeta tierra es el cuerpo (madre-padre) y nosotros somos sus células con el material genético interno que a través de la muerte transmitimos a nuestros semejantes. Pero no es necesaria la fagocitación directa para transmitir la información de la experiencia presente en cada célula, esta se transmite y llega indefectiblemente de alguna manera a través del reciclaje de la materia. La info transmitida es info referente a la evolución de la materia vs la energía, o sea cómo la materia se comportará respecto a la energía y es la conciencia quien respalda esta información adquirida. Es la conciencia quien va recordando o re aprendiendo sobre el manejo de la energía. Dicha información queda registrada en nuestro ADN en el material genético que nos forma y una vez desencarnados, dicha información será liberada al medio que la recicle o transmitida por consanguineidad alimentando al planeta tierra como si fuera un gran banco de datos de experiencias y de la sumatoria de conciencias que van avanzando de generación en generación, convirtiendo al planeta en un ser viviente cada vez más elevado. Un dato relevante para este postulado es lo que se conoce como Constelaciones Familiares (investigar). Esta disciplina trabaja sobre la información o experiencias que son transmitidas de generación en generación y cada una de ellas emula las carencias y las virtudes de las anteriores más cuando somos bautizados con el nombre de un antepasado. Dicho nombre lleva un sello particular con abundante información que será relevante para la corriente de vida que la lleve.
Nuestro planeta es también una célula dentro de otro cuerpo. Es también una conciencia evolucionando. Su cuerpo no tiene pies, cabeza ni brazos pero tiene espíritu, y como todo espíritu, se nutre de las experiencias de sus “células encarnadas”. Imagina una mega gigantesca máquina de una fábrica, con millones de pequeños, medianos y monumentales engranajes. Todos van transmitiendo la energía (experiencia) que reciben de y hacia los otros engranajes Somos parte de un plan individual y colectivo. Nuestro objetivo es llegar a ser maestros del manejo de la energía y la materia evolucionando para en algún momento alcanzar el estatus de planeta cuyo cometido a su vez es algún día convertirse en un SOL. Debemos sentirnos muy pero muy agradecidos porque esta gran forma de vida redonda nos ha permitido vivir nuestras experiencias a expensas de su propia evolución. Es la Tierra (Gaia) que en un acto de amor nos acuna para crecer fuertes y ser como ella, aunque la demoremos con nuestras "pataletas infantiles" y nuestra obstinada y cerrada actitud anti evolucionista.
Nuestro crecimiento espiritual transfiere cierto nivel de vibración. Tal vibración es la vitalidad de la Tierra. Si nuestras células están sanas (vibrando alto) nuestro cuerpo vibrará alto sintiéndose bien. Si nosotros como seres humanos vibramos bajo, nuestro planeta se sentirá enfermo y eso retrasará su evolución espiritual y como también es parte de un plan, retrasará a otros sistemas que dependen de su luz también.
Editorial Entre 2 Mundos Francisco Paco Tapia
Comments